jueves, 23 de mayo de 2013

Viajando al fin de la noche

Los Suaves llenan la sala Gossip de Vila-real dentro de su gira de los 1.000 conciertos.

Os lo juro por mi vida, lo confieso... no puedo dejar el Rock. Dicen que cuando los sueños se van, ya nada vale, la suerte está en contra tuya y toda tu vida es pura monotonía, siempre igual. Por suerte, todavía resuenan en mis oídos aquellos acordes... aquella voz, triste y cansada, de un Yosi en estado puro, pletórico, exultante... tal vez sea porque el equipo de sus amores, su atleti, había conquistado el título de copa del rey tras imponerse a su eterno rival, el Real Madrid. Así lo demostró y nos lo hizo recordar varias veces durante las dos horas intensas que duró el concierto.



Hasta Vila-real que nos desplazamos mi compadre y yo el pasado viernes 17 de mayo, San Pascual Bailón (o San Francisco Express, que también queda bien), patrón de la ciudad. Por una vez en la vida pensé que la noche iba a ser distinta y así fue, tanto como el concierto de Los Suaves, que empezó a las 00:30 horas, después de que las puertas de la sala Gossip abrieran a las 23:00 h. Una vez dentro, pudimos comprobar que la sala no era muy grande, pero sí muy acogedora, recibiendo a los gatunos que poco a poco se adentraban en ella hasta alcanzar las 700 personas que se dieron cita aproximadamente. La temperatura en la sala ascendía cada vez más con el paso de los minutos, tanto que el sudor en el cuerpo era una realidad, sobre todo si ibas abrigado, como yo. ¡Maldita sea mi suerte! Menos mal que después ya corría el aire en el interior de la sala y se pudo hacer más llevadera la estancia.
Hay canciones que nunca pueden faltar y, de hecho, nunca faltan en un concierto de Los Suaves, como ‘Palabras para Julia’, ‘Dolores se llamaba Lola’, ‘¿Sabes? Phill Lynot murió’ o ‘El afilador’, que hicieron enloquecer al público asistente. Dentro de la veintena de canciones que se marcaron, que no es poco, eché de menos algún tema que otro como ‘Si pudiera’ o mi preferida ‘Malas noticias’. Aún así, pude disfrutar de algunas canciones que jamás había escuchado en directo y con las que nos lo pasamos en grande, como son ‘La ciudad se llama perdición’, ‘Llegaste hasta mí’ o ‘Peligrosa maría’, con un Yosi juguetón y regocijado en todo momento, sin parar de hacer las bromas y burlas de turno tanto al público como a los demás miembros del grupo.

El concierto llegaba a su fin, se veía venir. En estos casos, cuando la música termina, lo mejor que puede hacer uno es no parar de aplaudir, sonriente y cegado por los focos de la luz, y rendirse ante los pies de unos mártires del Rock & Roll como son Los Suaves, uno de los grupos de rock más grandes que han existido y existirán sobre la faz de la tierra.



Salimos de la sala a las 02:33 h. Toda una madrugada, fría y apagada, nos quedaba por delante hasta que saliera el primer tren de regreso a casa, así que tocaba hacer un poco de Pardao. Mientras, las horas en procesión pasaban lentas, despacio, como un segundo en el reloj de dios. La noche se muere, se estaba cayendo, casi como nosotros, que, como dos niños pequeños, vimos brillar las estrellas como nunca o... tal vez, ¿quién sabe? nos trajimos una con nosotros esa misma noche (mil gracias, Charly).

Son tantos los recuerdos que guardo en la memoria y en el corazón de aquella noche suave y larga madrugada por las calles de aquella ciudad llamada perdición que parece que aún fue ayer. Tantas horas deambulando por ahí, perdidos en la sucia soledad, ahogando la fría noche después de volver a disfrutar de un concierto de Los Suaves fue, sinceramente, un dulce castigo.

A las 6:55 h. cogimos el tren. Ya nos vamos. Era hora de dormir.

EL COMPADRE WILLY

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